Áreas del comportamiento.

Siguiendo a Pichon Rivière, representamos los tres tipos de conducta como tres círculos concéntricos y los enumeramos como uno, dos y tres, que corresponden respectivamente a los fenómenos mentales, corporales y los de actuación en el mundo externo. El mismo autor, estudiando muy detalladamente este esquema y su dinámica en psicología y psico-patología, ha llamado a estos círculos las áreas de la conducta.
La conducta siempre implica manifestaciones coexistentes en las tres áreas; es una manifestación unitaria del ser total y no puede, por lo tanto, aparecer ningún fenómeno en ninguna de las tres áreas sin que implique necesariamente a las otras dos; por lo tanto, las tres áreas son siempre coexistentes. El pensar o imaginar —por ejemplo— (conductas en el área de la mente) no pueden darse sin la coexistencia de mani¬festaciones en el cuerpo y en el mundo externo y —respectivamente—también a la inversa.
Esta permanente coexistencia de las tres áreas no excluye el predominio de alguna de ellas, en un momento dado, y es este predominio el que permite calificar a la conducta como perteneciente a cada una de las tres áreas.
La conducta es una unidad que tiene una triple manifestación feno¬ménica, en cuanto se da al mismo tiempo en las tres áreas, que son así siempre coexistentes, aunque con un predominio relativo en alguna de ellas; lo que nos permite calificar la conducta como mental, corporal o en el mundo externo. Pero este predominio es relativo, en el sentido que puede alternar o sucederse con el predominio en otra de las áreas. Se puede, por ejemplo, reaccionar con ansiedad frente a una situación dada (área de la mente); posteriormente, en otro momento, puede ceder totalmente esta manifestación y aparecer en su lugar palpitaciones (área del cuerpo), o bien ser ambas remplazadas por una conducta inestable en una actividad (área del mundo externo). Esta alternancia puede .hacerse en todas las direcciones y tener siempre el mismo significado, es decir, ser una misma reacción (ansiedad) a una situación dada. Pero en esa alternancia o sucesión de las áreas puede haber una progresiva modificación del sentido de la conducta: a las manifestaciones en el área uno, puede suceder una conducta en el área tres, que modifica la situación y a su vez modifica, ulteriormente, la conducta en el área uno.
La alternancia del predominio puede significar un proceso estereotipado, como en el caso de que el significado de la conducta sea siempre el mismo, o bien puede ser un proceso dialéctico, como en el caso del pensar y realizar en concordancia; a su vez la realización modifica el pensar, y así sucesivamente.
Por otra parte, el predominio de una de las áreas puede ser permanente, en el sentido de que las otras dos están muy poco desarrolladas o no se emplean como áreas de expresión de la conducta. En base a esto, se puede estructurar o construir una verdadera tipología que, por otra parte, coincide con tipologías o clasificaciones de la personalidad, ya desarrolladas por otros autores. En todo caso, lo que interesa no es una nueva tipología, sino señalar nuevamente cómo en psicología se ha tomado siem¬pre como punto de partida la observación y estudio de la conducta, con mayor o menor inconsecuencia.
Las personas clasificadas como esquizoides tienen un predominio estable del área de la mente, y es en esta área en la que se manifiesta toda su conducta en forma preponderante, con escasa o nula intervención de reacciones o manifestaciones corporales, tanto como de actividad o actuación en el mundo externo. O mejor sería decir que los que presentan esta modalidad de expresión de la conducta son los que han sido clasificados como esquizoides, introvertidos. En contraposición a éstos se hallan los "hombres de acción", en los que todo transcurre en el área tres, con escasa o nula intervención de las manifestaciones mentales y corporales. Un tercer tipo está constituido por aquellos en quienes predomina el área corporal: tienen palpitaciones si tienen miedo, presentan apetito si están contentos, constipación si están frustrados, acidez esto-macal si tienen rabia, etc. Constituyen el grupo reconocido como el de las personalidades infantiles.
Hemos visto que en el predominio sucesivo o alternante de las áreas de conducta, estas manifestaciones pueden ser coincidentes, en cuanto a su significado o sentido, en respuesta a una situación dada; es el ejemplo que hemos dado de la ansiedad, percibida como tal (área 1), reemplazada por palpitaciones (área 2), o por inestabilidad en una tarea (área 3). Éste es un tipo de coincidencia cuando el predominio alterna.
Otro tipo (de coincidencia) se da cuando las manifestaciones de las tres áreas coexisten en forma relativamente equivalente y de tal manera que todas tienen el mismo sentido o constituyen una misma reacción a una situación dada. Es el caso en el que se dan al mismo tiempo los tres tipos de reacción del ejemplo antes anotado.
Un fenómeno de gran importancia es el de la contradicción entre las manifestaciones de las distintas áreas de la conducta. Esta contradicción puede ser sucesiva o coexistente y en ambos casos puede ser en la misma o en diferentes áreas.
La contradicción sucesiva se refiere a que conductas polares, por ejemplo aceptación-rechazo, pueden aparecer sucesivamente como manifestaciones en la misma o en diferentes áreas (sentir el rechazo y después actuar aceptando).
La contradicción coexistente, en la misma unidad de la conducta en un mismo momento, es un fenómeno de un alto interés para la psicología y la psicopatología, que rompe necesariamente con los cuadros del formalismo lógico y en el cual una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo. Esto solo puede ser comprendido con la introducción del pensamiento dialéctico, que reconoce como real la contradicción en la unidad. Como fenómeno fue descrito y estudiado por Freud, aunque derivando de ello consecuencias teóricas no del todo correctas por falta del instru¬mento necesario (el pensamiento dialéctico). Freud se forzó por hacer entrar sus descubrimientos en el cuadro del pensamiento formal, sin reparar en que lo que descubría rebasaba y hacía entrar en crisis, también en la psicología, al pensamiento formal.
De este fenómeno que estamos reseñando, la duda es un ejemplo de la existencia de manifestaciones contradictorias en una misma área al mismo tiempo; esto puede darse en el área del cuerpo y del mundo externo en forma de vacilación e inseguridad, respectivamente.
La contradicción en distintas áreas ocurre, en un mismo momento, también tanto en condiciones normales como patológicas, cuando por ejemplo se desea concurrir a una entrevista y al mismo tiempo se llega tarde, después de la hora fijada (contradicción entre áreas una y tres); cuando se desea ser cordial y al mismo tiempo se está tenso (áreas uno y dos), cuando se actúa afectuosamente y al mismo tiempo se está con el cuerpo tenso (áreas tres y dos).
Estas contradicciones entre las manifestaciones en las distintas áreas de la conducta, que se presentan en forma simultánea, corresponden al fenómeno más general de disociación de la conducta o división esquizoide, cuyo grado o magnitud puede ser muy variable.
El carácter contradictorio o conflictivo de la conducta fue estudiado muy detalladamente por Freud y constituye un aporte fundamental de la escuela psicoanalítica, pero Freud, que no mantenía la teoría en el plano de la conducta concreta, se vio llevado a la hipótesis de la existen-cia de una segunda mente o una parte especial de la mente, que ya no era de carácter consciente, sino inconsciente, partes que estaban en un interjuego entre sí y de cuyos vaivenes dependía la conducta concreta. Estamos, otra vez, ante el fenómeno de "mentalismo", que antes reseñamos como una de las variantes o modalidades del idealismo en psicología.
Si la disociación o la división esquizoide no se mantiene, ocurre otro fenómeno ya estudiado también atentamente por Freud; el de la conducta como transacción entre ambos términos en conflicto. Una disociación de la conducta (división esquizoide) evita la aparición del conflicto aunque, por supuesto, sin resolverlo, mediante una división y separación de los términos opuestos o antinómicos.

Fuente: Bleger, Capítulo II - Conducta.